Un espacio de juego muy singular: convertimos una sala o una plaza en un auténtico restaurante.

 Donde, para empezar, ¡¡no se come nada!!

Es un poco turulato, como su nombre y sus camareras y camareros… por lo imprevisible, lo sorprendente, lo inusual… ¡y lo simpático!

Donde se degustan ideas, se comparten juegos, se mastican realidades…. para mezclar opiniones, salivar preguntas y reírse a carcajadas ¡Qué apetitoso!

Diez mesas, cuarenta sillas, camareros y cartas en todas las mesas con un variado número de platos.

Las comensales eligen el plato que quieren degustar ¡y lo juegan!